Vida clandestina en el campo (1968-1972)

A mediados del año 1968, habiendo entrado el poderoso movimiento revolucionario 14 de junio en una crisis catastrófica, por ausencia de alternativas, Fidelio Despradel, Roberto Duvergé, Arnulfo Reyes, Raúl Pérez Peña, apoyados por otros valiosos compañeros, inician un proceso de reflexión, estudio y de búsqueda de alternativas, trasladándose, cada uno, a lo largo de más de tres largos años, a remotas zonas de nuestros campos, integrándose al trabajo productivo con campesinos y obreros agrícolas, cambiando radicalmente de fisonomía, actitud y documentación, concentrándose en trabajar duramente, y repensar nuestras prácticas políticas, y dedicándole grandes esfuerzos a profundizar en el estudio, reflexión y balance del período pasado, y de la historia del movimiento revolucionario y progresista mundial, en una intensa búsqueda para poder encontrar los caminos hacia una regeneración del movimiento revolucionario.

Nelson Moreno Ceballos

En el desarrollo de esta nueva etapa en el largo camino, fue fundamental el rol ejercido por Nelson Moreno Ceballos, tanto en la concepción y puesta en práctica de la revista teórica Nuevo Rumbo como en todo el proceso de investigación sobre los grandes cambios que se venían produciendo en nuestros campos. Sin el inmenso esfuerzo de estudio investigación y elaboración teórica ejercida por aquel joven, que apenas rondaba los veinte años de edad, y que desde aquellos meses y años iníciales se fue convirtiendo en el principal teórico marxista del país, el inmenso rol de este órgano teórico no hubiera sido posible.

En el caso de Fidelio Despradel, este se traslado clandestinamente, desde principios o mediados del año 1968 hasta finales del año 1971, a una remota aldea llamada Villa Lobos Adentro, provincia de Monte Cristi, a orillas del río Yaque del Norte, trabajando intensamente, en esa región, con campesinos y obreros agrícolas y aprovechando todo el tiempo libre para reflexionar y terminar la lectura de El Capital y de muchas otras obras revolucionarias marxistas y progresistas.

La nota que anexamos, es una transcripción de parte de las reflexiones que Fidelio escribió en su libreta, después de tener un tiempo trabajando, junto a campesinos y obreros agrícolas, en aquella remota región del país. Fonso era uno de esos campesinos. Esta nota fue escrita al final de su primer año de estar allí integrado. Luego vino otra que se ha extraviado. De todas formas, estos informes fueron de gran utilidad para los planes que, junto con Nelson Moreno Ceballos, veníamos discutiendo y que terminaron con el inicio de la publicación de la Revista Teórica Marxista, “Nuevo Rumbo”.

He aquí esos apuntes (Redactados por Fidelio a principios o mediados del año 1969), trabajar junto a un campesino pobre me ha enseñado mucho. Me ha enseñado como vive un sector de las masas populares y he podido palpar vivamente el pensamiento de un clásico pequeño productor pobre de la vieja sociedad feudal, impotente frente al capitalismo que avanza y que va arropándolo todo, y al mismo tiempo, sin haber adquirido y desarrollado todavía una conciencia revolucionaria, por falta de orientación, y principalmente, por no tener en frente, explotándolo, un latifundista feudal.

Fonso es un clásico pequeño propietario del campo. He aquí algunas anécdotas que retratan fielmente la forma de pensar y reaccionar, la ideología, de este sector de las masas populares. Llegué hace nueve meses, cuando los campesinos empezaban a botar el golpe de las inundaciones de noviembre y diciembre y se aprestaban a limpiar la tierra (deservar, es el término que utilizan) y a prepararla para la siembra.

En todo ese período de adaptación me llamaba mucho la atención la forma atrasada y rutinaria como Fonso y demás campesinos limpiaban la tierra (deservaban): y más que la forma como lo hacían me chocaban los criterios que sobre esto externaban: Ninguna innovación; ninguna iniciativa; frente a cualquier sugerencia sencilla y de la más simple lógica la única reacción era el mutismo, su cara no reflejaba ninguna reacción, se quedaba como una piedra.

Es el enfrentamiento de siglos de tradición con algo nuevo, que se sale de esa rutina adquirida, que se ha convertido en ley hace tiempo. Así se lo enseñó su padre, y el padre de su padre.

Así han pasado los meses. Y la historia se repite frente a cada problema. En la siembra, en la utilización del agua, frente a las plagas. Y se repite en los problemas políticos. ¡Que malo esto! ¿Por qué tiene que ser así?. ¡A veces quisiera que la dialéctica no tuviera leyes de aplicación universal! ¡Porque la política es parte de la superestructura; parte de la conciencia de estos sectores de las masas. Y esta conciencia es reflejo de su posición en la sociedad; de su posición en el proceso productivo, frente a los medios de producción.

Hoy, y por un determinado tiempo, seguirán reflejando estas posiciones políticas.Es inevitable. Pero cambiarán, para eso estamos aquí. Tienen que cambiar. Son explotados, víctimas del sistema. Otros se enriquecen de su trabajo, y estos otros están esperando que mi amigo y todos los que son como él se arrimen, para que así tengan que vender su fuerza de trabajo, convertirse en peones agrícolas, en obreros.

Hoy, después de 4 ó 5 meses de aquella primera experiencia hemos vuelto a deserbar. De madrugada, todos, con sus machetes recién amolados, en la piedra que tenemos en la casa, con un poco de agua bajo el brazo y una taza de café en el buche. De nuevo empiezan todos a preparar la tierra. No importa que las inundaciones volvieran a dañarle la cosecha y que el hambre se haya sentido más que en años anteriores. Después de todo no saben otra cosa. Es lo que han visto desde que nacieron.

Algunos no han podido aguantar y andan por ahí echando días en las fincas (fincas capitalistas). Son los nuevos proletarios. Se empobrecieron hasta el límite que ya no tienen posibilidad de sembrar una pequeña parcela. Son la nueva clase del campo. La luz. La vanguardia de los pobres del campo. Poco a poco se sumaran a los grandes contingentes de obreros agrícolas y de sus compañeros de la ciudad. Y juntos se unirán con los demás pobres del campo para sellar la gran alianza que habrá de jugar un rol importantísimo en el futuro.

Estos no son los únicos que se diferencian. Otros, un reducido número han subido de escala. Su conuco y su crianza le han producido algún beneficio y este año quizás sigan subiendo. Quizás siembren 20 ó 30 tareas de arroz o tabaco, aparte de su conuco de frutos menores y su crianza. Y así podrá conseguir 500 o 600 pesos juntos a fin de año. Y seguirán subiendo. Contratando echa días entre sus viejos amigos, cada día mas. Y mientras más contratan más ganan, porque el trabajo es la fuente de toda riqueza. Y mientras más echa días contraten, mayor la plusvalía que se apropian. Así llegaran a la categoría de campesinos ricos, los nuevos burgueses del campo.

Pero hay una masa que vuelve a preparar su tierra, como todos los años. Han aprendido poco. Los que han tenido que echar días en las grandes fincas, junto con masas de obreros de otras localidades, han avanzado un poco; se le ha prendido una pequeña luz en la frente; algo nuevo han aprendido. Se le nota alguna rebeldía. Pero la masa sigue igual, con muy poca diferencia.

Y resulta que me veo de nuevo trabajando en lo mismo que hace 6 meses. Agachado con un pequeño machete en 10 tareas de yerba mala y broque. Deservando.

¿Fonso? ¿No sería mejor chapear esta yerba con un colín y después pasarle el arado (de bueyes)? Así nos economizamos 3 semanas de trabajo y la tierra quedara mejor.

Después de todo usted puede conseguir la yunta prestada y así estas 10 tareas solo le saldrían por 7.50.

¡Vamos a ver! Dice Fonso
No sé si voy a poder conseguir el dinero. Mientras tanto llevamos esto adelantado.

Mire Joaquín (me llamaba Gerardo pero no podía escribir mi nombre en esta nota), estas matas de yerba de guinea no las arranque. Si acaso no sembramos el tabaco esas matas pueden semillar y a lo mejor se nos llena el conuco de yerba para las vacas.
¡Como es posible!

Fonso podría conseguir los 7.50 vendiendo un lechoncito y podríamos utilizar estas tres semanas, (no encendí lo que escribí) la tierra y haciendo el canal para poder mojarla y pegar una buena cosecha de tabaco.

Es por rutina que razona así. Es la fuerza de la costumbre. El no es el culpable. Es el sistema. Los malditos reaccionarios, el conformismo, la religión, esa religión que adormece, los han mantenido, y los mantienen así.

¿Qué puede conseguir un comunista en una comunidad donde predominan los campesinos pequeños propietarios? ¿En una de tantas comunidades de esas clásicas herederas del viejo régimen feudal?

Indudablemente que he aprendido mucho, tenía la cabeza llena de dogmas y clichés acerca de la revolución campesina.

Aquí he podido darle vida a mis conocimientos teóricos. He aprendido si, y una de esas enseñanzas es precisamente que los comunistas que trabajamos en las zonas rurales debemos hacerlo principalmente en las comunidades donde hay grandes concentraciones de obreros agrícolas, donde predominan las grandes y medianas fincas capitalistas y en las comunidades donde este tipo de campesinos pobres, como mi amigo Fonso, esta explotado directamente por los terratenientes feudales, aquellos que arriendan sus grandes extensiones a la media y a la tercia, aquellos ausentistas que dan broques a sembrar para que los campesinos se lo devuelvan empastados de yerba.

No se si ustedes se han fijado que en estos dos tipos de comunidades es donde se han producido las grandes movilizaciones por la recuperación y reparto de tierra y por la defensa de las parcelas contra la voracidad de los señores feudales.

¡Para muestra basta un botón!

Comunidades como estas son , …………………., …………………… en el Seybo e Higuey, y El Pino y Estancia vieja en Santiago Rodríguez y Dajabón, y del otro tipo son las regiones de Juma y Caracol en Bonao y La Vega, …………………………, en San Francisco de Macorís y Nagua. Lástima que no sean los comunistas, con su programa democrático, quienes estén a la cabeza de dichos movimientos.

Incluso hemos pasado por la pena de ver a obreros agrícolas luchando por un pedazo de tierra; por “el reparto”.

Pero estas dos localidades son las más importantes. Principalmente las de grandes concentraciones de obreros agrícolas.

Que no piense ningún revolucionario que se va a encontrar con un mundo distinto al de mi amigo Fonso. ¡No! La gran masa de obreros agrícolas de nuestro país se han formado de aquellos campesinos pobres como Fonso, que se arruinan y tienen que ponerse a echar días. El mundo de diferencia está en la perspectiva, en el futuro. El obrero agrícola será el más directo y sólido aliado del proletariado industrial de la ciudad.

¡Vuelve a martillarme la pregunta! ¿Qué hace entonces un comunista en una localidad cómo esta? ¿Qué perspectiva inmediata hay con todos los que son como Fonso?

Indudablemente que ellos participaran en la revolución. Tienen que participar. Son explotados y viven en una miseria dada día mayor.

Tengo que tener cuidado con dejarme influenciar por el pensamiento de los señoritos de la ciudad, aquellos que tienen muchos números en la cabeza, pero números muertos.

No hay un sitio en los campos del país donde el feudalismo no se entremezcle con el capitalismo; no hay un sitio donde un verdadero comunista no tenga un mundo que aprender y un mundo por construir. Y es que estamos en pañales en los problemas de la revolución agraria. Tenemos que palpar directamente las realidades…y tenemos que pensar y escribir, ¡Sí! escribir para no quedarnos con las ideas para nosotros solos. Y para que las buenas ideas aplasten con el peso de su lógica, todo ese montón de

(El documento no recogió la frase final)